lunes, 14 de septiembre de 2009


Pregunta Nro 2:
(Por Mariela Meza)


Analice la existencia de dos áreas grises (la ética va más allá de la ley)


Cantidad de plomo permitida en los juguetes


Fisher Price, una división de Mattel, elabora diversos productos dirigidos a los niños. Por tal motivo, contrata los servicios de diversos fabricantes alrededor del mundo, este fue el caso del fabricante chino que elaboró diversos juguetes como Elmo de “Sesame Street” y “Dora the Explorer”. Sin embargo, la pintura usada para colorear estos juguetes “puede contener niveles altos de plomo”.

El uso del plomo en la industria es común, a pesar de ser un componente sumamente dañino para la salud. Se necesita sobrepasar los 10 microgramos/dL en la sangre (en niños) para cumplir los estándares médicos de envenenamiento por plomo. Precisamente, su alto carácter nocivo hace recomendable un nivel de 0 microgramos/dL, sin embargo su uso como insumo para diferentes artículos, como los juguetes, ha establecido nuevos mínimos permitidos regulados por normas como las que establece la Comisión para la Seguridad de los Productos de Consumo de EEUU (CPSC, por sus siglas en inglés). Fisher Price cumple con la norma de la CPSC de menos de 0.06 de plomo para todo su producción, por tal motivo retiró del mercado mundial cerca de 850,000 juguetes entre agosto y septiembre del 2007 provenientes de su proveedor chino por no cumplir con “sus estándares”.

Pero, ¿es correcto continuar utilizando plomo a pesar de ser altamente nocivo para la salud de los niños? Si bien los médicos han establecido un mínimo permitido, aún no se sabe a ciencia cierta si este nivel repercutirá en el futuro cercano de los niños. En tal sentido, las normas establecidas realmente no protegen a sus consumidores más pequeños del perjuicio causado por el plomo. Por el momento, solo depende de empresas como Fisher Price establecer los límites de sus operaciones y asumir las consecuencias que éstas conlleven.


La responsabilidad compartida de Fisher Price y sus proveedores chinos


El anuncio de Fisher Price de retirar sus juguetes provenientes de China del mercado por su alto contenido de plomo causó revuelo en todo el mundo. La noticia tuvo un gran impacto debido a que los productos nocivos habían llegado a sus consumidores finales: los niños. Por esta razón, la empresa inició el proceso de recuperación de todos los juguetes afectados alrededor del mundo a mediados del 2007.

Las normas estadounidenses señalan que los productos con niveles mayores a los 0.06 de plomo deben ser retirados del mercado. Al respecto, Fisher Price emitió un comunicado desde California adelantando que retirarían cerca de 850,000 juguetes por su alto contenido de plomo provenientes de su proveedor chino. La iniciativa de la empresa permitió un retiro ordenado de los productos, la entrega de compensaciones a los clientes (vales para juguetes) y evitó casos de envenenamiento en colaboración con la Comisión para la Seguridad de los Productos de Consumo (CPSC, por sus siglas en inglés). Si bien la responsabilidad legal de Fisher Price terminó con el retiro de los juguetes, la empresa se preocupó por entregar compensaciones a sus clientes e iniciar toda una campaña informativa con sus propios medios. Esta actitud disminuyó, en parte, los perjuicios a su imagen, sin embargo, no sucedió lo mismo con sus proveedores. La imagen de los productos de fabricación china quedó altamente desprestigiada ante la opinión pública.

Fisher Price logró sobrellevar el problema con sus clientes, pero no sé preocupó de hacer los mismo con sus proveedores. De alguna forma, hizo recaer toda la responsabilidad sobre éstos para salvarse a sí mismo. Pero, ¿se puede tener confianza en una empresa que abandona a quien fue su socio estratégico cuando hay problemas? Las empresas necesitan formar “contratos” con diferentes públicos de interés para realizar sus actividades con éxito, pero al mismo tiempo existen compromisos implícitos que cada empresa debe respetar de igual modo.


Conclusiones


En el caso de Fisher Price, las normas no lograron proteger a sus consumidores más pequeños de un mortal peligro: el plomo. Por consiguiente, recae sobre las empresas cubrir estos espacios vacíos que las normas pueden dejar. Su campo de acción comienza por establecer los límites de sus actividades y asumir las consecuencias que éstas conlleven.

Fisher Price no sé preocupó por establecer deberes y derechos para con sus proveedores. En la cadena de valor de la empresa cada quién determinaba como lograba los objetivos sin establecer los parámetros. La empresa estableció los “contratos”, pero no la filosofía del negocio, es decir, olvidó los compromisos implícitos que éstos representaban.

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